martes, mayo 16, 2006

Una vaina interesante



El hombre de los mil nombres
EL AUTOR de la letra del "Alma Llanera" -música de Pedro Elías Gutiérrez- originalmente zarzuela, estrenada el 19 de septiembre de 1914 en el Teatro Municipal de Caracas; y transformada después en el "segundo himno" de Venezuela; fue el escritor Rafael Bolívar Coronado, apodado con mucha razón el "hombre de los mil nombres".
Bolívar Coronado era natural de Villa de Cura, Estado Aragua, donde nació el 6 de junio de 1884, hijo del escritor costumbrista venezolano Rafael Bolívar y de doña Emilia Coronado. Viajero incansable, comienza su odisea conociendo y recorriendo todo el país, cuando apenas tenía 16 años. A raíz del golpe de Estado del general Juan Vicente Gómez -19 de diciembre de 1908-, regresa a Caracas Bolívar Coronado; y se da a la tarea de publicar sus cuentos e impresiones en "El Cojo Ilustrado", "El Nuevo Diario", "El Universal" y otros medios escritos en el resto del país. Su trashumancia le lleva a España y Francia, en 1916, en la "madre Patria" funge como secretario del excepcional escritor venezolano Rufino Blanco Fombona, director de la Editorial América en Madrid. También escribe para la revista "Cervantes" y en el diario "El Diluvio" de Barcelona. Es a partir de aquí donde comienza a cambiarse el nombre y firmar con seudónimos que tenían de cabeza a los editores españoles.
Los seudónimos utilizados por Bolívar Coronado no caben en estas cuartillas, pero vamos a resaltar algunos de los que él usó: Agustín Codazzi -insigne cartógrafo y geógrafo ítalo-venezolano, Amado Nervo -el poeta escritor mexicano-, Carlos Borges -el clérigo rebelde venezolano-, Eloy González -historiador venezolano-, Fray Nemesio de la Concepción Zapata, J. Torres Abandero -revolucionario caraqueño-, José Joaquín Olmedo -poeta y escritor ecuatoriano-, José Asunción Silva -bardo colombiano-, José Martí -el apóstol cubano-, José Santos Chocano -vate peruano-. Juan Zorrilla de San Martín-escritor uruguayo-, Luis Felipe Blanco Meaño -hermano de Andrés Eloy Blanco Meaño-, Manuel Gutiérrez Nájera -otro poeta mexicano-, Ponce de León -el conquistador español-, Rafael María Baralt -historiador venezolano-, Rafael Obligado -escritor argentino-, Rubén Darío -el gran bardo nicaragüense-, Sor Juana Inés de la Cruz -la inmensa autora mexicana-, etc.; y el etcétera es bien largo. Como se observa, Bolívar Coronado, utilizaba los nombres de excelsos personajes culturales -ya muertos- para firmar sus artículos, folletos y libros.
Alfonso Moscoso, Amenodoro Blanco, Aurelio Román, Carlos Villalobos, Clodomiro Castillo, Daniel Mendoza, Diego Gabacho, Enrique Hine, Fernando Ballesteros, Francisco de Paula Guevara Santander, Francisco Lago Martí, Guillermo Mata, Isidro del Campo, Jaime Echeverría, J.A. Falconi, Jean Moulin, Juan de Dios Peza, Julio Flores, Luís Cordero, Luís F. Veloz, Luís Rodrigo Velasco, Martín Díaz, Mencio Vargas, Odiado Nervo, Pedro Díaz Gana, Rafael Carvajal, y cientos más; así mismo falsos nombres de mujer, tales como Fidelia M. de Rodríguez, Piedad Castillo, Rosa de Chavarría, etc. Y siglas, veamos: BBB, CCC, Errebece, RBC, RRC, Rebece, Rabolco, Rabolcon, Rebolcon, NMC y paremos de contar.
Evidentemente le encantaba el plagio y el misterio, por eso señalamos antes que prácticamente "volvió locos" a los españoles, y al no menos excéntrico editor Rufino Blanco Fombona, quien cuando descubrió las suplantaciones que su secretario Bolívar Coronado, había realizado sin su conocimiento, se encontraba ya muerto éste. Blanco Fombona hombre temperamental agarró un berrinche terrible y ordenó la destrucción del material impreso, afortunadamente su encargo no se cumplió, salvándose para la historia. Rafael Bolívar Coronado, no obstante escribía y muy bien por cierto, por eso pudo engañar a tanta gente al mismo tiempo y en el mismo lugar. Nadie se ha ocupado de investigar esta conducta, manía o síndrome; lo cierto y enigmático es que se produjo, y allí están sus publicaciones que así lo atestiguan.
El 31 de enero de 1934 fallece y por supuesto cesa su obsesión por el seudonimismo, que se vino a comprobar varios años después de su muerte, ocurrida en Barcelona, España, víctima de una epidemia de gripe. Su leyenda como "el hombre de los mil nombres" ha trascendido la magnitud de todo lo que escribió y publicó.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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