domingo, noviembre 19, 2006

Benditas traducciones, un artículo interesante al respecto










Ventanas abiertas y puentes extendidos Pedro Parra Deleaud


Traducir, dice el diccionario, es poner en nuestra lengua lo que está escrito en otra. Parece sencilla labor que todo el mundo puede hacer con sólo conocer la equivalencia de los términos; pero puestos a ella, son muchos los desengaños. En rigor, toda traducción es parcial y denota el interés que mueve a quien la acomete. Por tanto, no hay una traducción maestra, aunque así se afirme, sino una que en cierto momento logra el acuerdo de un grupo de lectores.
Yo creí que la mejor de todas las traducciones de La metamorfosis de Kafka había sido la de Jorge Luis Borges; sin embargo, en años recientes veo que la aguja ha girado, y hasta el título de aquella obra, en castellano, es ahora La transformación. De igual forma me ha sucedido con los Cantos de Ezra Pound, que en la traducción de Vázquez Amaral lograron el aplauso de los entendidos, pero que yo conocí primero, en forma parcial, en la brillante de Coronel Urtecho, poeta de Nicaragua.
Quizá no sea más que una apreciación sentimental, pero uno nunca olvida el sabor de la primera traducción. Después crecemos y conocemos "otras", quizá más actualizadas o inteligentes, pero guardamos una extraña fidelidad a aquella que nos abrió a la confidencia del autor extranjero, y que, a pesar de sus oscuridades, nos lo puso en el camino.
Gentes hay a quienes no les agrada leer traducciones, porque diz que no les sienten los sabores. Ciertamente, encontramos algunos platos insípidos sea en traducciones o en la propia lengua; pero la obra poderosa aguanta los cambios de pieles y sabe darse a propios y extaños con no perecedero encanto. Si lo que dicen Cervantes, Shaskespeare o Sófocles sigue gustando todavía, es debido a que, de sobrado en sus propias lenguas, perviven a los traductores y sus traducciones, y entran en cualquier lengua con la naturalidad con que el agua ocupa su espacio.
Una breve confesión. Soy un lector asimétrico. Lo que me complace enormemente es hacer una lectura marginal de grandes textos, o de otros no considerados como tales. Èltimamente, me he estado deleitado con los trozos que nuestro Rafael Cadenas traduce de diversos autores, en su mayoría ingleses, dentro de sus ensayos: En torno al lenguaje y Realidad y Literatura. Es una fiesta del intelecto. Oh, grandioso poeta!, cuánto detalle y dato para una bibliografía. Cuánto para iniciar una nueva Literatura.
En una página que bien vale un vaso de fino ron o de buen vino, el poeta mexicano José Emilio Pacheco, pensando en la labor de traductor de aquel grande de las letras americanas, Alfonso Reyes, dice estas palabras de oro: "Un agradecimiento siempre renovado por quienes abren ventanas y tienden puentes para comunicarnos con otras literaturas que sus ensayos y traducciones vuelven parte de la nuestra".

Me pregunto, ¿cómo quedarían traducidos estos versos de Rafael José Muñoz?:

Oten, oten, oten,
Kallugen, kallugen, kallugen.

Esta es la tumba de Kruñoz
Arriba lo reciben los astros.

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