lunes, diciembre 26, 2005

Las Musas Hodiernas


Desde su invención y a través del tiempo, el cine ha sido el mayor creador de fantasías sexuales: vampiresas, mujeres fatales, chicas malas... El concepto de mujer como irresistible tentación ha ido cambiando a lo largo del siglo XX hasta nuestros días debido a modas y contextos sociales. De la mujer de carnes voluptuosas y blancas de principios de siglo, pasando por las rubias guerreras hasta llegar a la mujer independiente y perversa de nuestros días, el cine ha fabricado distintos prototipos femeninos de seducción.
A principios del siglo XX, recién inventado el cine y siendo éste mudo aún, fue Theda Bara la encarnación por antonomasia de la bíblica Eva que trajo el mal al mundo. Una de sus interpretaciones más importantes fue Cleopatra, en 1917, lo que la empujó definitivamente a ser personificada en su época con la tentación. Desde entonces muchas actrices han ido desarrollando un mito, el de la perdición de los hombres, con su belleza, su inteligencia, sus movimientos, sus palabras y su sensualidad. Con el paso de los años el prototipo de mujer total iba cambiando, y con ello la mujer mitificada.
Tras Theda Bara, en los felices años 20 se pone de moda la chica moderna e independiente. Louise Brooks, con su pelo cortado al modo "garáon", su descaro y sus faldas cortas, era la mujer tentadora por excelencia.
En la década de los 30 irrumpe la ambigua vampiresa. En el Hollywood del cine parlante, comienza a destacar la figura provocadora de Marlene Dietrich. Vestida de hombre e insinuando un lesbianismo entonces prohibido, fotografiada de forma sofisticada por Josef von Sternberg, alternaba el frac y las lentejuelas e, inalcanzable, personificaba las fantasías masculinas más inconfesables.
Esos años también descubrieron a Greta Garbo, cuya infancia en Suecia fue dura, y que llegó al cine por casualidad. Al desembarcar en Hollywood se le comenzó a catalogar como mujer fatal y la tuvieron que convencer de que el papel de heroína no vendía. Reservada, supo proteger su vida privada, aunque ha perdurado como mito de la seducción.
En los años 40 Rita Hayworth fue la perfección en movimiento, y más tarde en color. Su fotografía acompañó a los soldados de la Segunda Guerra Mundial en sus noches húmedas. Su personaje Gilda se convierte en la mujer fatal por antonomasia de estos años.
La década siguiente aparece la rubia explosiva. Marilyn Monroe marcó un hito en el canon de la belleza: rubia voluptuosa pero también ingenua, de escote pronunciado y diálogo chispeante.
Vivien Leight era ya por esos años una mujer totalmente idolatrada, no en vano había conseguido un Oscar como mejor actriz del filme norteamericano más famoso de todos los tiempos, "Lo que el viento se llevó", basada en la célebre novela de Margaret Mitchell (premio Pulitzer). Pero es ahora cuando no sólo se convierte en una adoración para los hombres sino también en envidia para las mujeres, al trabajar junto a Marlon Brando en el largometraje "Un tranvía llamado deseo" (1951), con el que consigue otra estatuilla de la Academia.
Una vida y carrera más larga tendría Ava Gardner, otra de las grandes actrices y mitos de la seducción de la historia de Hollywood. Su vida sentimental fue tormentosa (se casó y divorció en tres ocasiones), y esa sensibilidad la trasladará al cine en trabajos como "Mogambo" (1953) y "La noche de la iguana" (1964), entre otros trabajos.
En los 60, Francia consigue desbancar a Hollywood en el terreno sexual con la creación de Brigitte Bardot. Además de su perfecta belleza, Bardot es pícara, cercana como una compañera de estudios, desinhibida como una Lolita, prototipo de la mujer gatita.
Los años 80 son los años de la seductora fatal. Capaz de interpretar con igual eficacia a una ejecutiva obsesionada por un hombre casado (con otra) en "Atracción fatal" y a una intrigante marquesa del siglo XVIII en "Las amistades peligrosas", Glenn Close poseía un cerebro tan atractivo como su cuerpo, o incluso más.
Entre los años 80 y 90, Meryl Streep encarna un modelo de mujer seductora, con un cuerpo bello y una inteligencia abrumadora. Sus grandes cualidades le ayudaron a ganarse al público, especialmente al varonil, en películas como "Kramer contra Kramer (1979), "Cosas del corazón" (1986) y "La casa de los espíritus" basada en la novela homónima de Isabel Allende.
En la década de los 90 llega la mujer perversa sin escrúpulos. Sharon Stone, esa rubia denostada en películas de segunda terminó por convertirse en el sex symbol de la década gracias a su famoso cruce de piernas en "Bajos Instintos".
En la actualidad, destacan Nicole Kidman y Julia Roberts. Su belleza, dulzura, inteligencia y sutileza, las convierte en las nuevas divas de las pantallas.
Tomado de la revista "Letra Inversa". Edición 11 de Diciembre 2005, Valencia

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