viernes, septiembre 29, 2006
El tercero de seis
III
Arrogancia mía, impávida
en nada medra nuestra pelta, mi ser.
Huid, solo déjame
sigue de camino de los meandros
vete sigiloso espíritu del aire
pues inerme me quiero
manso y refulgente cristal.
Si, solo así en silencio, sin ti
rondaran mis predios
escuchare silbidos y murmullos de encantaciones
tras la muria estará ella
mi beldad.
Subiré, bajaré, la veré
viviré y moriré
despreocupado de lapidas, de ánforas
de mis propias cenizas.
Seremos dulcedumbre de miel, pura miel
y empalagados nos verán
asidos a nuestra colmena.
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