sábado, septiembre 02, 2006

El señor Van Der Grum


Se encontraba el de Flandes degustando un caldo de pescado a orillas de una playa del trópico, le acompañaba un amigo doctorado en medicina. Van Der Grum echaba hartos chorros de limón a su caldo. El medico le veía estupefacto. Le indago. “¿Acaso no sabes que al limón le falta un grado para ser veneno?”. Van Der Grum sonrió y con su habitual serenidad le contesto. “Amigo mío, no se preocupe por mi, siempre estoy pendiente de la temperatura.”


Andando de compras paso por una tienda y vio en la vitrina a una modelo que hacia de maniquí viviente, ataviada con una despampanante mini falda de cuero negro, muy bien ceñida al cuerpo. Entro y pregunto por curiosidad cuanto costaba. Le pareció razonable el precio. El vendedor ávidamente le pregunto la talla de su mujer. Van Der Grum sonrió con malicia y le dijo. “ No la quiero para mi mujer, ni que ella fuese lesbiana.”
Un día se le apareció un cristiano hablándole de las santas escrituras y vendiéndole una popular revista de la religión. Van Der Grum le ofreció que hicieran un trueque. A cambio de la revista el le daría un tarro de su formula rejuvenecedora. El religioso se indigno y le espeto que todo lo que hace el hombre no puede ser mejor que lo que hace el creador. Van Der Grum le acoto. "¡ah! Entonces lo mío no sirve pero usted si puede venir a hablarme y venderme sobre alguien cuya existencia no se ha demostrado."

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