viernes, septiembre 29, 2006
El tercero de seis
III
Arrogancia mía, impávida
en nada medra nuestra pelta, mi ser.
Huid, solo déjame
sigue de camino de los meandros
vete sigiloso espíritu del aire
pues inerme me quiero
manso y refulgente cristal.
Si, solo así en silencio, sin ti
rondaran mis predios
escuchare silbidos y murmullos de encantaciones
tras la muria estará ella
mi beldad.
Subiré, bajaré, la veré
viviré y moriré
despreocupado de lapidas, de ánforas
de mis propias cenizas.
Seremos dulcedumbre de miel, pura miel
y empalagados nos verán
asidos a nuestra colmena.
lunes, septiembre 25, 2006
El segundo de seis
II
He aquí, yo sempiterno, vigilante
como argos. Y anacoreta
sujeto al dolo de cuando llegas
empero no he visto tu faz
es que has corrido tanto sin detenerte
como el agua en clepsidra.
Hacia abajo se me a venido encima
no solo el tiempo, también la desidia.
No digo que no llueva
y que alguna garúa pasajera
a este garzón mitigue de congoja
luego, el levantisco viento rápido seca.
Te espero como seas
no importa lapona, rubia sol
o garnacha, bien garnacha
en lo profundo de mi lagar
que para no estar solo demás te voy a adorar.
domingo, septiembre 24, 2006
De seis poemas poemas de amor
I
Te veo venir, del ostro tal vez
enésimo espejismo, ansiedad
fantasía lúdica, la sed de mi ser
desde párvulo te soñé
vienes, si quieres ven...
baja la nevosa sierra
déjate caer, nevasca, grande
o menuda. Tus copos, tus senos
abruman. Ven…si quieres
abre los Urales y por allí te vienes
cierra los ojos y yo te llego
cruzando el Atacama
nutrido ya de una fresca esperanza
una brizna que sostiene
la sombra que me ha prometido
en días y días un noble sauce. En las noches,
solo las tenues luces de las luciérnagas
hacen de mis ojos
y te avizoran
y vienes, si quieres.
sábado, septiembre 02, 2006
El señor Van Der Grum
Se encontraba el de Flandes degustando un caldo de pescado a orillas de una playa del trópico, le acompañaba un amigo doctorado en medicina. Van Der Grum echaba hartos chorros de limón a su caldo. El medico le veía estupefacto. Le indago. “¿Acaso no sabes que al limón le falta un grado para ser veneno?”. Van Der Grum sonrió y con su habitual serenidad le contesto. “Amigo mío, no se preocupe por mi, siempre estoy pendiente de la temperatura.”
Andando de compras paso por una tienda y vio en la vitrina a una modelo que hacia de maniquí viviente, ataviada con una despampanante mini falda de cuero negro, muy bien ceñida al cuerpo. Entro y pregunto por curiosidad cuanto costaba. Le pareció razonable el precio. El vendedor ávidamente le pregunto la talla de su mujer. Van Der Grum sonrió con malicia y le dijo. “ No la quiero para mi mujer, ni que ella fuese lesbiana.”
Un día se le apareció un cristiano hablándole de las santas escrituras y vendiéndole una popular revista de la religión. Van Der Grum le ofreció que hicieran un trueque. A cambio de la revista el le daría un tarro de su formula rejuvenecedora. El religioso se indigno y le espeto que todo lo que hace el hombre no puede ser mejor que lo que hace el creador. Van Der Grum le acoto. "¡ah! Entonces lo mío no sirve pero usted si puede venir a hablarme y venderme sobre alguien cuya existencia no se ha demostrado."
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